¿Qué pasaría si te dijeran que el solo hecho de tener la expectativa de que saldrá bien puede ser la diferencia entre lograr tus metas y fracasar?
Un experimento con ratones nadando en el agua, realizado en la Universidad Johns Hopkins por El Dr. Curt Richter, nos demostró el impacto que tiene la expectativa de que algo bueno pasará, en nuestro comportamiento.
En el experimento, Richter colocó ratas en un recipiente de agua para observar cuánto tiempo podían nadar antes de rendirse y ahogarse. Observó que las ratas domésticas, en general, nadaban durante un corto periodo de tiempo antes de rendirse, mientras que ratas salvajes o aquellas que habían sido sometidas previamente a situaciones difíciles mostraban una resistencia mucho mayor, nadando durante períodos más extensos de tiempo antes de rendirse.
Uno de los giros más inesperados del experimento ocurrió cuando, justo antes de que las ratas se rindieran y se ahogaran, las sacaban del agua. Richter encontró que estas ratas, que habían experimentado un “rescate”, podían nadar mucho más tiempo en su segundo intento comparadas con su primer intento o comparadas con ratas que no habían sido rescatadas.
Esto mostró como el mero hecho de saber que fueron rescatadas les daba a las ratas una nueva esperanza o motivación de continuar, aumentando así significativamente su capacidad para luchar contra la adversidad y mantenerse nadando por más tiempo sin ahogarse.
Esto nos deja con dos preguntas obligatorias: ¿Cómo puede cambiar mi situación si logro sembrar una semillita de posibilidad? ¿Será esta la clave para la resiliencia inagotable?
Tres estrategias te ayudarán a implementarlo:
- Identifica fuentes de posibilidad de logro y aférrate a ellas. Repite una y otra vez en tu mente esa posibilidad.
- Crea pausas con propósito que te sirvan para recuperar fuerzas y renovar el compromiso por la meta.
- Reconoce tus pequeños logros como si fuese esa mano amiga que te saca del agua cuando estás a punto de ahogarte.
El secreto para la resiliencia inagotable vive, cuando se cultiva diariamente, en nuestras mentes. Es esa convicción que desarrollamos que no importa lo que ocurra lo lograremos.
¡Espero que mis letras siempre sean compañía!
Recuerda las palabras de Helen Keller: “El optimismo es la fe que conduce al logro; nada puede realizarse sin esperanza”.